Cuando veo que en total llevamos 14 entradas con mi pololo en este blog me invaden algunos sentimientos de felicidad que obviamente no están tan asociados a la cantidad gente que en efecto lee el blog, porque realmente no tenemos idea sobre si existen lectores o algo, y mientras tanto, para mí es una masa anónima de posible gente y estoy contenta por eso, aunque realmente esos sentimientos están asociados a que existe un lugar que nos acomoda, donde podemos mostrar lo que hacemos y como nos divertimos a nuestra manera, y ver como va creciendo y como pasé de recomendar libros en conversaciones casuales a intentar construir recomendaciones decentes, y ver como mi pololo pasa por lo mismo pero en el ámbito de la música es bonito, es liberador.
Que hable de este camino extraño que es compartir un espacio donde escribir cosas que parecen tan disociadas no es casual, lo cierto es que tiene algo de relación con la reseña que haré. Esta aventura -del blog- que emprendimos hace no tanto, es como las de muchas otras parejas, dentro de esas muchas estaban Q y P, y PowerPaola se encarga de retratar las aventuras de ellos en un libro autobiográfico del que, sin más preámbulos, hablaré hoy.